sábado, 17 de diciembre de 2016

Desmontando mitos: ¿Es San Pedro de Alagón Patrimonio de la Humanidad?

Esta semana se han cumplido exactamente quince años de la inclusión de la candidatura "Arquitectura Mudéjar de Aragón" en el exclusivo grupo de bienes que integran el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Este importante acontecimiento tuvo lugar el 14 de diciembre de 2001 en la 25ª Sesión Oficial del Comité de Patrimonio Mundial, celebrada en Helsinki (Finlandia). Con motivo de esta efeméride, han sido varios los reportajes que han aparecido estos días en la prensa diaria aragonesa, algunos de los cuales contenían errores o inexactitudes que vienen repitiéndose desde hace tiempo y que se deberían evitar en lo sucesivo. Concretamente, el pasado miércoles El Periódico de Aragón publicó en páginas centrales un extenso reportaje sobre el mudéjar que incluía una pequeña referencia a la iglesia de San Pedro de Alagón, una iglesia que, contrariamente a lo que se piensa y como veremos a continuación, no goza de la condición de Patrimonio de la Humanidad. En este reportaje y en otros muchos se ha dicho que la declaración del 2001 se extendía a más de "150 monumentos", lo cual es absolutamente falso. Una lectura detenida de lo que en Helsinki se reconoció y declaró hace quince años es suficiente para comprender que tan solo seis monumentos adquirieron tal condición, que ya la tenía desde 1986 el mudéjar turolense. A saber: Santa María de Tobed, Santa Tecla de Cervera de la Cañada, claustro y torre de la colegiata de Santa María de Calatayud, los restos mudéjares de la Aljafería, la torre e iglesia de San Pablo de Zaragoza y el cimborrio y la parroquieta de la Seo. 

Todo lo demás que se haya dicho en estos quince años tiene un nombre: manipulación informativa. Sin embargo, debemos dejar claro que los primeros responsables de confundir al personal no han sido los periodistas (legos en la materia, al fin y al cabo) sino los políticos autonómicos, que desde 2001 han consentido e incluso alentado que lo que se trataba de una manifiesta falsedad corriera como la pólvora. Esta aclaración que hoy publicamos, polémica a todas luces, no debería sorprender a nadie, pues prestigiosas instituciones como el Centro de Estudios Borjanos han alzado la voz recientemente en el mismo sentido, con la intención poner orden y razón en medio de tanto desconcierto informativo. Pero para comprender cómo hemos llegado hasta este punto, es necesario conocer los entresijos de aquella famosa Sesión de Helsinki y los criterios científicos por los que se rigió la UNESCO a la hora de seleccionar las distintas candidaturas que presentaron los países.


España hizo valer ante la UNESCO una candidatura amplia, que incluía nada menos que 157 edificios, de forma que todos o casi todos los edificios mudéjares de Aragón pudieran lograr este reconocimiento. En esta lista tan extensa se incluían iglesias de nuestra comarca como San Pedro de Alagón y las parroquias de Torres, Pinseque, Bárboles y Pradilla de Ebro. Defender este criterio por parte del gobierno aragonés de aquel momento fue, como se ha demostrado posteriormente, un grave error. Un criterio que primaba razones de oportunidad política sobre toda consideración científica o académica. De esta forma se pretendía contentar a todos los pueblos y ciudades de Aragón, pero obviando el incontestable hecho que no todas las iglesias mudéjares tienen el mismo valor. No es lo mismo un templo bajomedieval decorado con pinturas murales, de la época de esplendor de este estilo, que un ejemplo tardío de principios del siglo XVII. Como no podía ser de otra manera, esta postura de las autoridades españolas no fue apoyada por la UNESCO, que se mostró contraria a las declaraciones genéricas, al considerar que podría sentar un mal precedente. En la reunión del Bureau del Comité, se instó a España a revisar su proposición para presentar "los casos más representativos". Esta propuesta de revisión fue sometida a consideración del Estado Español, aprobándose definitivamente en los términos sugeridos en la  XXV Sesión y circunscribiéndose a los seis monumentos antes mencionados. Los restantes monumentos que figuraban en la candidatura presentada por España no se incluyeron en la declaración. Realmente había que ser ingenuo para pensar que la UNESCO, en un alarde de inédita generosidad, iba a declarar de golpe más de un centenar de monumentos, todos de indudable valor histórico pero algunos de discutible interés artístico. Los principales perjudicados por el criterio del gobierno aragonés fueron municipios como Alagón o Tauste, que teniendo ejemplos de mudéjar lo suficientemente representativos, no lograron acceder a la protección mundial. Así se da la paradoja de que la torre de San Pablo de Zaragoza se encuentra en la lista y sin embargo sus "hermanas" de Tauste y Alagón, no. Por ello habría que solicitar a Cultura que propusiese una nueva revisión a la UNESCO, como ya se hiciera en 2001 con respecto a la declaración de 1986, para que así puedan incluirse una decena de monumentos, de capital importancia para comprender el mudéjar aragonés, pero que no se tuvieron en cuenta en su momento.


La decisión de la UNESCO fue un gran revés para las pretensiones aragonesas. Por ello, el gobierno presentó la declaración de forma confusa ante la opinión pública, dando a entender que "el mudéjar aragonés ya figura donde se merece por su singularidad: en la lista del Patrimonio de la Humanidad". Esta indeseable confusión se podría haber evitado si el Bureau del Comité, en vez de proponer la denominación "Arquitectura Mudéjar de Aragón", hubiera propuesto la de "Arquitectura Mudéjar de Calatayud, Teruel y Zaragoza",  un nombre que refleja de forma más fiel el alcance que realmente tuvo la declaración.  Si los pronunciamientos de la autoridades fueron confusos, no lo fue menos el hecho de que se distribuyeran por las entradas de los pueblos aragoneses carteles con el lema "Aragón Mudéjar". En el caso concreto de Alagón, se colocó una placa cerámica en la plaza de San Pedro para recordar que el Mudéjar era Patrimonio de la Humanidad. No puede haber mayor demostración de cinismo que situar en una iglesia que no fue seleccionada por la UNESCO un perenne recordatorio de lo que para nosotros no constituyó una victoria sino un fracaso.

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